El acero inoxidable requiere poco mantenimiento, mientras que el bronce requiere mucho mantenimiento. El acero inoxidable mantendrá su buen aspecto con nada más que una limpieza regular una vez a la semana, o según sea necesario. No se ve afectado por alimentos, bebidas o limpiadores ácidos. El bronce debe enjuagarse y secarse después de cada uso. Se daña fácilmente con ciertos alimentos, limpiadores fuertes o incluso elementos cotidianos como jabón y pasta de dientes que no se eliminan inmediatamente. El bronce pulido o cepillado debe recubrirse con cera con regularidad para evitar que el metal se oscurezca a medida que se forme una pátina.